Por Matías Enríquez
Hace nueve años River obtenía el Clausura 2000 dirigido por “Tolo” Gallego. En ese partido final frente a Ferro, River goleaba por 4 a 0 con goles de sus mejores jugadores: Aimar, Saviola y dos de JP Angel. En aquel entonces, el presidente de River era David Pintado. De cara a su último semestre como presidente de River, repatrió al eterno idolo del hincha millonario, Ariel Ortega.
En ese Apertura 2000, el frenético periodismo deportivo argentino engendraba un concepto: “los cuatro fantásticos”. En tres cuartos de cancha, Aimar y Ortega lideraban futbolísticamente al equipo de Gallego y se complementaban a la perfección. Arriba, Angel y Saviola se conocían prácticamente de memoria. En aquel entonces, traer a Ortega no parecía tener riesgo alguno. El jujeño no habia colmado las expectativas en el exterior (Valencia, Sampdoria y Parma fueron sus clubes europeos) pero tampoco habia tenido un declive en su carrera (incluso era fija en la selección de Bielsa por el costado derecho).
En ese torneo, River terminaba segundo por debajo del Boca de Carlos Bianchi que, con el título a cuestas, se preparaba a jugar con el Real Madrid. Aquella noche de Diciembre en Tokio, el fútbol mundial conoció lo mejor de Riquelme. Ese equipo de Gallego no logró hacerse de un título pero valia la pena ir a verlo jugar.
Hace ya nueve años del primer retorno de Ortega al “club de sus amores”. El pasado sábado volvió a jugar un partido con la banda roja en el pecho. Se lo vío un tanto falto de físico pero con una magia latente, inagotable. Hay quienes dicen que lo que último en irse es el talento. Ortega sabe que esto es cierto. Lejos de su estado en aquel retorno frente a Rosario Central en el 2000, el genial “Burrito” tomó la pelota en tres cuartos de cancha y arrancó como hacía tiempo no lo hacía. Dominó la pelota dos veces y en un segundo, con la picardía de siempre, la picó como lo había hecho aquella tarde lluviosa de Noviembre de 2006 frente a Saja, en otra de sus vueltas. El hombre de los mil retornos se iba a festejar besando ese escudo en un amor incomprensible que no entiende de palabras ni gestos.
Mientras Ángel quema redes en el fútbol norteamericano, Saviola y Aimar vuelven a ser socios ideales en el Benfica de Portugal. De los cuatro fantásticos, en River solamente quedó uno que, por ahí, esta quemando sus últimos cartuchos. Así como Pintado lo hizo en su ultimo semestre, Aguilar espera irse de River con un equipo que valga la pena ir a ver. El riesgo es mayor que el de aquella vez. El sufrido hincha de River, espera una reencarnacion de ese póker de extraordinarios jugadores con otros nombres.
Son tiempos de vacas flacas y no vale la pena comparar nombres pero si River recupera al mejor Gallardo, al Ortega del 94, al Buonannote 2008 y al Fabbiani de Newell’s, por ahí, el equipo cambie la pálida imágen que viene mostrando en estos últimos tiempos y valga la pena ir a verlo. El desafío es más que díficil. Mientras tanto, todavía en el Monumental sigue retumbando el “Ortega, Ortega” y extrañandosé a aquellos “cuatro fantásticos” que hacian gala de un fútbol vistoso, preciso, único.
Gol de Ortega frente a Everton.