Por Matías Enríquez (@tutenriquez) para Mis Observaciones.
“No tenemos nada que celebrar, teníamos que ganar y lo hemos hecho”. El tipo no se permitió mayores reconocimientos. En pleno TD Garden (hogar de los Boston Celtics) mantuvo con vida al Miami Heat, después de sus 45 puntos y 15 rebotes (un animal!). Miami ganaría la conferencia Este, luego de ese séptimo juego donde él y su Heat brillaron. El hombre ya sabe lo que es quebrar récords, lo había realizado en SVSM (St. Vincent-St. Mary) con ese “Fab four”, los cuatro fabulosos con Joyce, Cotton, McGee y el propio James. El documental “More than a game” (emitido por estos días en HBO), que narra aquellos días inolvidables de LeBron en Akron (Ohio) es fundamental para comprender el crecimiento de este fénomeno del baloncesto.
En el draft de 2003, Cleveland Cavaliers -un equipo con poca popularidad que nunca había superado las finales de su conferencia- obtuvo el privilegio de la primer ubicación y seleccionó a James. Cualquier equipo que hubiera alcanzado dicho beneficio, ya sabía que seleccionaría a LeBron. Desde 2003 hasta 2010, exceptuando las dos primeras temporadas, el equipo siempre accedió a los playoffs. La LeBron-Manía explotó en Cleveland y, como una epidemia, traspaso las fronteras de Estados Unidos. En 2006-2007 estuvo cerca de la gloria eterna en la NBA, alcanzar el ansiado anillo. Pero enfrente estaban Tim Duncan, Tony Parker y Manu Ginobili, un “big three” mucho menos explosivo que el que tiene hoy el Miami Heat, pero igual de talentoso. El día posterior al cuarto juego frente a San Antonio (la serie terminó 0-4 para Cleveland), LeBron comprendió que debía marcharse de Cleveland si quería lograr el anillo.
Para los inicios de la temporada 2010-2011, el pacto para constituir el “big three” de Miami ya estaba firmado. Dwayne Wade, amigo personal de James, había logrado convencer a LeBron de mudarse del frío de Ohio al calor de la Florida. El 3 de Miami también ya tenía abrochado a Chris Bosh, ala-pivot de Toronto, para potenciar el juego interno de los dirigidos por Eric Spoelstra. Todo ello ocurrió en los juegos olímpicos de Beijing 2008, muy lejos de Estados Unidos. Ironía del destino, los tres jugadores habían estado en el mismo draft que lideraba LeBron y en el que Bosh ocupaba la cuarta ubicación (después de Carmelo Anthony -3-) y Wade, la quinta. El trío funcionó con altibajos en su primer temporada pero en la actual lograron sincronizar las grandes estrellas con jugadores de menor fama pero gran talento como Mario Chalmers (ingobernable en el tercer partido de la final contra el Thunder), Shane Battier y Mike Miller (quien desde ayer merece una estatua en el American Airlines Arena, por igualarle el récord de triples en finales -7 de 8- a Ray Allen).
Miami Heat es campeón. El duelo James-Durant dará que hablar durante mucho tiempo y capaz alcance las dimensiones del Larry Bird-Magic Johnson de décadas del 80. El Heat venga la derrota del año pasado contra los Mavericks y ratifica aquella lograda en 2006 en el equipo de Shaq y Wade. Este año con LeBron como figura estelar, el equipo de Spoelstra alcanza el segundo anillo y manda al Thunder a esperar por otro año más para conseguir el ansiado anillo, ese por el que LeBron tanto entrenó y tanto se esmeró, ese mismo que ahora consigue lejos de su querida Ohio, en el sur de la Florida.
Nueve años despues de su inmersión en la NBA, LeBron James consigue su primer anillo y con creces. Su triple-doble (26 puntos – 11 rebotes y 13 asistencias) en el quinto y final partido de la serie no sólo lo llevó al MVP de las finales sino al selecto grupo de campeones de la NBA. Para el cierre, me quedo con las declaraciones que Charles Barkley realizó sobre LeBron, al finalizar el juego de anoche: “Nunca pongo a nadie al nivel de Jordan pero si LeBron gana 3 o 4 anillos, definitivamente estará muy cerca”
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