Por Matías Enríquez
Su vida es de película. Su historia obliga a una reescritura de libros. Su figura sigue siendo intachable a los 36 como lo fue cuando apenas aparecía en Estudiantes, alla por 1994. Ese es Martin Palermo.
La clave de su éxito no es ni su poderosa pierna izquierda ni su temible cabezazo. Durante su carrera, Martín asimiló a la perfección el célebre axioma deportivo que dice que «en el único lugar donde la palabra éxito aparece antes que el sacrificio es en el diccionario«. Su triunfante carrera reside en su voluntad, su sacrificio y una entrega conmovedora. Con el gol a Perú, superó una barrera a la que pocos llegan en la idolatría de la gente. Ya no interesa si sos de River o de Gimnasia: Hoy, Palermo va más allá.
Oriundo de La Plata, el «optimista del gol» (el mejor apodo de los últimos tiempos) debutó un 5 de Julio de 1992 en el empate en cero entre Estudiantes y San Lorenzo. Su categoría de romperedes no era habitual por estos tiempos. Casi un año despues, Palermo convertiría su primer gol en el 3 a 0, frente a San Martín de Tucumán. Sin ser tenido en cuenta por Miguel Angel Russo (coach pincha en aquel entonces) estuvo a punto de emigrar al club al que le habia convertido su primer gol. La diferencia económica entre lo que pedía por irse a Tucumán fue el motivo por el cual Palermo continuó en Estudiantes. Con 34 goles en 90 partidos, Palermo emigró a Boca.
Describir su paso por Boca, en el que hoy en día sigue batiendo récords sería un despróposito. Su carrera en el xeneize esta plagada de hechos curiosos. Récord de goles en torneos cortos, goles al Real Madrid en Tokyo, gol con rotura de ligamentos cruzados, una tribuna que se cae sobre su pierna izquierda, goles de chilena, penal pateado con los dos pies simultáneamente (que extraño es el futbol!), goles de mitad de cancha y un golazo de cabeza a 38 metros del arco son los principales pergaminos de una carrera «loca».
En España, paseó por Villareal y Betis, con unos cuantos goles, pero su carrera estaba destinada para la Argentina. Así como hay jugadores que estan hechos para el futbol europeo (Messi, Crespo, etc.), Palermo es de aquellos que están moldeados para nuestro fútbol casero. Ortega también es de esta especie en vías de extinción.
Su éxito también reside en el amor propio que se tiene a sí mismo. Es un delantero de esos que el 100% de los entrenadores quisieran en su equipo. A su entrega y sacrificio, también le suma un caradurismo feroz. No tiene miedo a hacer el ridículo. Puede probar desde átras de la mitad de cancha o patear por tercera vez un penal, habiendo malogrado los dos anteriores. Jamás se esconde ante la adversidad. Es de esos delanteros que se los puede pasar insultando 88 minutos, pero que en 2 minutos te cayan la boca con un gol de otro partido.
En el partido con Perú, emocionó a propios y extraños. En el minuto 93, logró lo que jamás pensó que lograría en su carrera como profesional: que el estadio de River explote con un gol suyo y cante «Palermo, Palermo». Su corrida hacia el córner, con quite de remera incluido, estará almacenado en la retina de todos los argentinos que estuvieron en esa noche monumental. Su llanto sigue emocionando.
Sin su gol a Peru, Maradona no habría tenido ese exabrupto y hoy, la selección argentina estaría analizando como plantearle el partido a Costa Rica. Él es el gran culpable. Él es un tipo que, desde sus valores, pide a gritos una vacante en Sudafrica. Ese es Martin Palermo.
Campaña Sacate la Ropa
Con el objetivo de ayudar a quienes más lo necesiten, Martín Palermo participó, junto a Soledad Solaro, en la campaña Sacate la Ropa. La campaña, creada por la Fundación Comprometerse Más, Diálogo Publicidad y su división digital The Digital Ideas, busca que la gente done ropa para las personas mas necesitadas.
Dentro de los que hicieron posible este proyecto estan Matías Cacciagrano (programador), Fernando Paradiso (Sónico) y Pablo Enríquez (director creativo) quien comentó para ArgenSport que en pocos días «miles de personas visitaron la web y se acercaron a donar ropa, demostrando que cuando se pide una mano, siempre hay alguien dispuesto a ayudar».