Por Matías Enríquez (@tutenriquez)
«Sin Manu, difícilmente los Spurs puedan ser campeones». La frase, testimonio del 18 de Febrero pasado, corresponde a Gregg Popovich, el entrenador de los San Antonio Spurs. Habría que repasar cuantos entrenadores habrán dicho eso de algunos de sus jugadores. A la mente se me viene Phil Jackson en Chicago, haciendo lo propio por Air Jordan y el mismo Jackson en los Lakers, por Kobe Bryant. Dos de los máximos jugadores de la historia de la NBA. Nada mal.
En los últimos días, Manu hizo enfurecer al «Big Three» de Miami con sus 20 puntos y 7 asistencias en ese lapidario 125-95. Ayer, frente a los Pistons, se despachó con 17 puntos y 5 asistencias en 30 minutos en cancha, dejando a los Spurs a un partido de clasificar a los playoffs, cuando queda 18 partidos para culminar la temporada regular. Incisivo y profundo en los momentos calientes de los partidos, Manu esta on fire en la primavera de su carrera.
Ha igualado su mejor temporada (campeón 2007-2008) e incluso mejorado en varios rubros de sus estadísticas. Promediando 5 asistencias por partido y 18 puntos por partido, acumula la misma cantidad de minutos jugados que aquella inolvidable 07-08. Ya no tiene el físico de aquella joven promesa que hacía estragos en el Kinder Bolonia italiano. Más cerebral que nunca, a su juego le ha agregado pausa e inteligencia. Se ha transformado en el eje por donde circula el juego ofensivo de los Spurs y ha potenciado a todos los jovenes de su equipo. Matt Bonner, Gary Neal y el rookie DeJuan Blair, agradecidos.
En Febrero, volvió al Juego de las Estrellas -su única participación había sido en 2005-. Testimonios como «el All-Star es una caricia a mi ego» o «sentirse parte de esto es genial» demuestran su inalterable humildad, más allá de los millones, los anillos y la fama. Ni los MVP de la Liga Italiana (2001-2002) ni el MVP de los JJ.OO. 2004 ni los tres campeonatos NBA (2003, 2005 y 2007) han modificado su esencia.
De aquel juvenil escolta todoterreno de Bahiense del Norte a este semiveterano de mil batallas de los Spurs han pasado 20 años. Precisamente ese número, el 20, es el que flamea todas las noches, en el AT&T Center, la espalda de Emanuel Ginóbili, el bahiense que va en búsqueda del Póker de títulos en la NBA.