Por Matías Enríquez
El 2 de diciembre de 2001 Francia tocaba el cielo con las manos. Nicolas Escudé, Sebastian Grosjean, Cedric Pioline y Fabrice Santoro llevaban al equipo a ganar la Copa Davis en Melbourne, Australia. Lleyton «Come on» Hewitt -que había jugado los tres días- estaba furioso. Esa última vez que «les blues» se alzaron con la Ensaladera, habían disputado todos sus partidos fuera de casa. Bajo estas circunstancias el éxito no es improbable.
Desde allí, el equipo galo fue alternando buenas y malas. Guy Forget, el actual cápitan del equipo, lleva 11 años al frente del mismo. Durante su liderazgo han pasado glorias desde Cedric Pioline, Sebastian Grosjean y Fabrice Santoro hasta los actuales Michael Llodra, Gael Monfils y el propio Jo-Wilfried Tsonga. Tuvo que manejar a glorias del tenis francés y tratar de sobreponerse a sus egos.
En Septiembre de 2009, luego de caer en la eliminatoria del grupo mundial -algo que no ocurría desde el 98 contra Yugoslavia- hubo fuertes discusiones entre algunos miembros del equipo. Muchos criticaban la actitud pasiva de Gael Monfils en el equipo. Tsonga, la raqueta número uno del equipo, es lider tanto dentro como fuera de la cancha. Respetado e idolatrado por todos, el viernes le cargó los bolsos a Llodra y a Monfils, en un claro gesto de compañerismo. Hace exactamente un año se dispuso darle prioridad a lo colectivo y dejar el individualismo de lado. La fórmula, por más sencilla que parezca, acarrea severas dificultades en un deporte tan egocéntrico como el tenis.
Argentina debería asimilar este modelo de perseverancia, proyección y prioridad de lo colectivo. Por ejemplo, en los últimos 11 años, en nuestro equipo pasaron 6 entrenadores (Daniel García, Franco Davin, Alejandro Gattiker, Gustavo Luza, Alberto Mancini y el actual Modesto Vazquez). Desde 2002 que el equipo disputa el Grupo Mundial pero no puede obtener el trofeo. En todos los momentos claves, siempre hubo un factor que terminó destruyendo la ilusion: los rivales (como en las semifinales de 2002 y la final de 2006, cuando el implacable Marat Safin nos dejó sin nada o en la semifinal ante España en 2003, en donde Moya fue amo y señor de aquella serie que terminaría 2-3 en Malaga) o los propios jugadores (el cabaret Del Potro-David en Mar del Plata 2008 todavia late en los pasillos de la AAT).
De ahora en más, el equipo debe recontruirse. Tito Vazquez, de gran performance, o quien sea deberan imponer una autoritaria presencia para manejar los egos de estos jugadores. David y Juan Martín deberán saldar deudas pendientes en pos del grupo. Nadie pide amistad sino buena convivencia. Si Argentina mantiene a este copero David y recupera al Del Potro modelo 2009, sumados a este prometedor dobles (Zeballos-Schwank) hay equipo para el proximo 2010. Mientras tanto, esperemos que la experiencia en Francia nos haya dejado alguna lección de cara al futuro.