Por Matías Enríquez
Hacía tiempo que el fútbol argentino no vivía un campeonato como este Apertura 2009 que ha presentado atributos que lo dibujan como un certamen inolvidable pero con una gran deuda para aquellos que amamos el buen fútbol. Banfield ha sido el campeón inobjetable de este torneo. Con tán solo 2 derrotas, mostró una estructura de juego mucho más sólida que la del Newell’s de Sensini. Boquita tiene mucha experiencia europea para regalarle a nuestro torneo en los proximos años.
Precisamente Falcioni y Sensini presentan un ejemplo de laboriosidad muy poco frecuente por estos días. En épocas en las que no hay entrenador que aguante, ambos lograron establecer un proyecto y llevarlo a cabo con nombres propios. Ellos dos y tan sólo Sabella, Tiger Gareca y se me escapa alguno más, pueden jactarse al decir que tienen el puesto asegurado para el 2010.
El torneo se convirtió en un certamen extraño. El nivel de los equipos grandes ha sido objeto de críticas por varios aspectos. Ninguno pudo imponer un plan para que sus equipos alcancen los principales puestos. Este margen de error de los grandes potenció el crecimiento del resto de los equipos. Desde allí se explica el brillante crecimiento de Banfield y Estudiantes, en un fútbol donde los grandes parecen dopados, adormecidos. El último River vs Racing del 10 de diciembre debe ser utilizado por los padres para poder hacer dormir a sus hijos. Y eso que hubo emociones. Sino hubiera habido goles se le tendría que haber devuelto el dinero de las entradas a los hinchas.
Bajo este panorama distinto, el nivel ha disminuido de forma radical. La excepción a la regla la aportan equipos como el citado Estudiantes o Velez. Del resto: nada. Ni el propio Banfield, a pesar de haber ganado el torneo de principio a fin. Los equipos aplican la metodología resultadista que atenta de forma directa contra el nivel general de los partidos. El primer axioma es «ganar el domingo y despues se verá«. Así no hay torneo que resista.
Este decrecimiento del torneo es análogo a las transmisiones de TV pública. Aburridas, agobiantes y con una excesiva cuota de literalización del fútbol, el Estado se ha hecho cargo de un monstruo demasiado grande. Sin haber obtenido réditos algunos, las transmisiones son puro aburrimiento. La carencia de emotividad de los relatores hace que más de uno extrañe las publicidades de «CBSeee, la mas tomada».
Estos son algunos de los pilares de este futbol extraño, irreconocible. Trazando la comparación con el Apertura 1999, hace 10 años, todo era diferente. Había un campeon vistoso: el River de Ramón. Las transmisiones eran claramente superiores y los técnicos no cambiaban de equipo más de una vez por temporada. Ni hablar del nivel. Nuestro fútbol presenta una morfología diferente y claramente inferior a la de versiones anteriores. Esperemos que esta tendencia se modifique de aca al futuro, aunque pareciera que este humilde pedido resulta demasiado útopico para nuestros días.
Para los amantes del buen futbol, un golazo de Angelito Di Maria en la UEFA Europe League.