Por Matías Enríquez
En las vísperas a este mundial, todos nos subimos a ese típico carruaje exitista argentino premundialista. Este fenómeno se repite cada cuatro años en nuestro país, futbolero por naturaleza. Todos fuimos partes de este periplo que abordó el «casi fracaso» y que culmina con este cierre con gusto a poco y nada. Bajo estos términos hablar de fracaso resulta agraviante. Muchos presagiaban que ante una presunta eliminación, Maradona sería exultante y, tal vez, iracundo a la hora de aceptar una derrota. Nada de eso ocurrió.
Consumados los 90 minutos del partido con Alemania, Maradona regaló a los argentinos una gran cuota de dignidad y aceptación ante la derrota. Incluso frente a aquellos periodistas quienes aprovecharán la derrota y los conflictos para aumentar el número de sus tiradas. Tal como lo hizo ese colega platense que, con ciertos ánimos de generar conflicto, le preguntó a Maradona acerca de sí creía que algún argentino estaría contento con esta eliminación.
Categórico e invulnerable, Diego tuvo un comportamiento ejemplar luego del partido. Saludó a sus jugadores, a aquellos a los que defendió a capa y espada. Bien vale el reconocimiento para ellos. Vibrante y sanguíneo como es, fue y será, regaló un abrazo eterno con sus hijas y, sabido es, contuvo las lágrimas para demostrar cierta cuota de valentía, liderazgo y coraje frente a sus dirigidos.
Equivocó el planteo contra Alemania, claro que si, pero no es objeto de estas palabras criticar áspectos que hacen a la técnica pura de este deporte. Ya habrán miles de periodistas que se colocarán el traje de entrenador, en los diversos medios y defenestraran cada uno de los aspectos negativos del planteo de Maradona.
A diferencia de otras tardes, Diego mostró grandeza frente a la derrota. No se justificó con gestos obscenos ni con insultos verbales hacia los rivales. Luego del segundo gol, ya sabía que el resultado iba a ser irremontable. Ese abrazo escondido detrás de Kun Agüero previo a su ingreso da fe de ello. Su leyenda hubiera crecido aún más, si obtenía este mundial. Con su irrefutable comportamiento demostró que también se puede ser gigante en la derrota. Argentina podrá quedar afuera pero la grandeza demostrada por los jugadores y el entrenador, luego del partido, han acallado las críticas previas por parte de los alemanes. Será hora de decirle adiós a la maravillosa Sudáfrica y su espectacular organización. Este grupo de excelentes jugadores tendrá su revancha en Brasil 2014, pero esa será otra historia.