Por Nicolás Ferrero
Luego de muchas idas y vueltas (gripe A, postergación de la final por problemas de iluminación y la intensa lluvia), el torneo que organiza la Unión de Rugby de Buenos Aires llegó a su fin.
La final del URBA Top 14 se jugó por primera vez un día de semana, y en un rugby “amateur” (la discusión sobre esto queda para otra oportunidad) esto no es un dato menor, ya que tanto los jugadores, entrenadores, referís y los dirigentes tuvieron que postergar actividades personales del día miércoles para abocarse y concentrarse de la manera que amerita semejante acontecimiento.
A las 20.40 hs. del miércoles, la cancha del CASI se presentaba colmada en su capacidad, 14 mil espectadores esperaban el pitazo del “Mono” Sanchez Ruiz –de pésimo arbitraje– para disfrutar del partido que disputarían los dos últimos campeones del rugby porteño (CASI en 2005 e Hindú 06,07 y 08).
Sin dudas la final estuvo a la altura de las circunstancias. Tanto Hindú como CASI entregaron todo y le dieron la posibilidad a miles de personas de disfrutar una final como hacía tiempo no se daba. El resultado final con triunfo para los de Torcuato por 31 a 22 obedece a varias circustancias.
La victoria se explica en que Hindú supo golpear en los momentos claves del match. Los dirigidos por Pulido supieron aprovechar muy bien los altibajos del CASI y lo hicieron sentir su supremacía anotando puntos, tanto en el momento que estuvo con uno y hasta con dos hombres de más por las amarillas con las que Sanchez Ruiz sancionó a jugadores del equipo de San Isidro.
Por el lado del campeón hay que destacar la tarea de sus jóvenes jugadores: Belisario Agulla, que estuvo endiablado y decisivo, y Santiago Fernández. Agulla, autor de tres tries, quedará en la historia por ser el primer jugador en apoyar tres veces en una final. Fernández fue el “reloj” del equipo ganador. El centro de Los Pumas maneja los tiempos de su equipo como nadie, y si se presta atención, se observa que cada acción que llevó peligro al ingoal local pasó por sus manos.
En el CASI se destacaron su capitán Campero, quien con un corazón enorme nunca abandonó el objetivo de poner a su equipo adelante y fue así como se logró acortar la diferencia y el centro Nicolás Pandelo, autor de uno de los tries y punto alto en la linea del local.
Sin dudas el amor propio de los jugadores del CASI, hizo que aquellos espectadores/televidentes neutrales se inclinaran por ellos. Fue emocionante ver como los jugadores de negro y blanco nunca bajaron los brazos pese a todas las adversidades que se les presentaron (algunas por indisciplinas propias como la amarilla de Headen tras escupir a De la Fuente). Esto habla muy bien de ellos, de su hombría y del amor que sienten por esa camiseta que, orgullosamente, visten sábado a sábado.
Hindú es un gran campeón. Ganó el campeonato de punta a punta, y ni los críticos del sistema de semifinales y final que implementa la URBA, dudan que en la actualidad el campeón seguirá siendo Hindú. Es por ello que no es necesario y, opaca a esta “gran familia”, actitudes desleales como las de Solano y Liberato. El segunda línea quiso hacer justicia por mano propia, y tras un tackle alto de Casanova a Fernández, le aplicó un rodillazo cuando el pilar del CASI se encontraba de espaldas tirado en el piso. Inadmisible. Por su parte Liberato, quien ingresó con el partido definido, faltando 3 minutos, le aplicó a Agustín Figuerola un tackle totalmente a destiempo e innecesario. La tarjeta roja fue un gran acierto por parte de Sanchez Ruiz. Es importante resaltar estos sucesos por que un gran campeón debe comportarse como tal en todos los aspectos del juego, y el miércoles pasado los tetracampeones no cumplieron con esa regla.